Esta muestra tiene un origen casi accidental. Se presentó la posibilidad de realizar un foto reportaje en el Centro de Rehabilitación y la aprovechamos un poco a tientas. El pedido al fotógrafo fue concreto y a la vez abierto: registro de la vida diaria del Centro. Lo que fue quedando plasmado (durante más de 4 meses) nos devolvió una visión novedosa del transitar diario, que se convirtió prontamente en un analizador para el equipo y un elemento de trabajo con los usuarios del servicio. Indudablemente las condiciones de inequidad en las que habitan muchas personas (en parte por el desamparo social y la incidencia de patologías mentales) tiene como efecto la pérdida paulatina de la práctica de la ciudadanía y del ejercicio pleno de los derechos como seres humanos. También el lugar de estigmatización y consecuente exclusión social en que diariamente son colocados, genera efectos psicológicos y sociales. Estos no son consecuencia del padecer mental, sino del padecer social. Tienen que ver fundamentalmente con el miedo a la locura y la pobreza -económica- que nos puebla. Pensamos que es saludable llevar las fotografías puertas afuera del centro, compartir la experiencia. Creemos en acortar distancias, desmitificar, desestigmatizar. Nos parece que este registro fotográfico aporta un aire fresco, una mirada original sobre esta realidad y que es bueno diseminarla, contagiarla. Rescatar lo que nos identifica y nos hermana. Andrés exalta el gesto como acto humano, a la vez espontáneo y aprendido, representante simultáneamente de la pertenencia social y la huella personal. El gesto que nos hace parte. Los y las invitamos a ver y mirar con la mirada fresca, dispuesta a sorprenderse e involucrarse.