Es recurso usual de los escritores y otros ilustradores el dar vida a las ciudades. Les otorgan sentimiento, movilidad, intención en su crecimiento, desarrollo y abandono. Sin embargo, estas no son metáforas. Las ciudades encierran sociedades que las llenan de vida y marcan las caracterÃsticas que ese envase tendrá. En ese plan podemos decir que a la Montevideo de hoy le cuesta mirar al Oeste. Tiene recuerdos de una imagen pujante, natural, bella y algunos quieren revivirla con el Plan Especial de Ordenación Capurro-Bella Vista, un frente costero rectilÃneo artificial, que promete brindar a la ciudad de nuevos paseos públicos y recuperar el paisaje urbano de ese lado de la bahÃa. Pero desde la construcción de la cinta de accesos, éste es un punto al que la mayorÃa sólo mira durante segundos y a casi 100 quilómetros por hora. Esa cara de Montevideo siempre me generó una sensación especial. Muelles antiguos apenas en esqueletos, barcos encallados, otros en escasos restos y algunos que asoman a la superficie, Ãnfimos vestigios, testigos quebradizos de una realidad que ya no es, expulsados del desarrollo que empujaba a la ciudad hacia el oriente. Lo poco vivo que puede brindar la bahÃa, lo poco que sobrevive hoy del pasado de gloria y esplendor y lo mucho que la sociedad dio por muerto, atrae hasta las orillas a personas sin edad, identidad y liados cada dÃa a una nueva y débil oportunidad. Excluidos, en su mayorÃa, del sistema laboral y educacional. Pescan, hurgan entre los plásticos que cubren la playa, arrancan metales lacerados por el tiempo y maderas añosas; a su manera trabajan. Todo sea para salvar el dÃa a dÃa y lograr un mejor futuro del otro lado de los accesos. Quise retratar su actividad, su realidad. La de aquellos que son y se sienten marginados y que acuden a esta zona de la bahÃa también marginada, a esta última rambla, de espaldas a la ciudad y a la sociedad.
La última rambla
10 Noviembre, 2009 - 6 Diciembre, 2009
Organiza:
Cinemateca uruguaya