Combinar dos pasiones no siempre es tarea fácil, salvo en casos como el de esta muestra, donde el autor combina su pasión por la fotografía con aquella por las motocicletas clásicas. Sería muy fácil dejarse llevar por la comodidad que implica la fotografía digital y realizar la totalidad de la muestra en esta modalidad, pero hay algo en el revelado artesanal, la impresión en el cuarto oscuro, absolutamente irreproducible con técnicas más modernas. Por esto, muchas de las fotos son impresas a mano, con el viejo método tradicional de sumergirlas en los químicos. Es la continuidad nacional de “Cuba en una Harley”, la muestra previa, donde el autor (en ese entonces enteramente con película de 35mm) capta sus experiencias a bordo de una Harley Davidson Flathead de 1940 en tan especial contexto como es la isla caribeña. En este caso, en nuestro país, a bordo de una BMW, una creación que perduró en el tiempo debido a su robustez y confiabilidad, así como lo hacen las fotografías que nos transmiten imágenes de otras épocas, y que permiten que las nuevas generaciones las conozcan. Pasado y presente de la marca, y de un puñado de locos apasionados que aun se reúnen y recorren Uruguay en estas máquinas.